Las fotos que vienen a continuación quizá puedan herir vuestra confianza en el hogar. Porque prueban que digo verdad cuando os explico que me pusieron a dormir en un colchón tirado en el suelo del despacho de mi padre. Porque conseguirán que vosotros también sintáis el suelo temblar bajo vuestros pies, los cimientos resquebrajándose.
No more Home Sweet Home. Así es, queridos com-apátridas. Sábanas viejas, colchón bautizado en mi casa hace años como "Huesos de Viejo" -¿por qué será?- y encajonamiento entre sofas antiestéticos, mesa y... puerta de terraza por la que entraba el ambiente invernal de la ciudad.
Y para colmo (porque hay más, chicos) la razón es que mis sobrinos hacen ruido y tienen que utilizar mi habitación! Unido a que ni siquiera tenía armario para la ropa -tenía que guardarla en el del hall donde se cuelgan los abrigos de los invitados-; y a que me regalaron una maleta...
me hace creer que intentan decirme algo.
(por cierto que sí, la decoración es horrorosa. y yo qué puedo hacerle)
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3 comentarios:
Que injusticia más grande. Si los niños hacen mucho ruido, que duerman ellos en el despacho, o cualquiera de tus otros familiares. Pero, ¿por qué tú?.
El año que viene, si no quieres ir allí, yo te invito a mi casa. Somos pocos, pero muy simpáticos.
Besos
Con semejante helor familiar -y decoración adjunta-, ¡no hacen falta lavativas!
Me uno al amigo montañero al ofrecerte llaves de mi casa: si por algo quería tenerla, era para hacerla una casa abierta.
Eso sí: tendrás que congeniar con mi nuevo okupa. Morenazo, ojos verdes, andar garboso... un rabo así de largo... y, cuando jugamos en la cama, me deja todita arañada.
Evidentemente, es un gato. Pérez.
Besos, sietecilla.
Monstera! No recibiste mi mensaje de Navidad para quedar? Acaso me has repudiado?
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