Angustioso. Húmedo -no penséis mal, nononono-, ha sido terrible:
Mi hermana mayor y yo estábamos en una playa, con su hija mayor y un bebecito pequeño. Hemos dejado las toallas junto a un muro, y nos hemos ido las dos a pasear, pero la marea empezaba a subir y a subir, y yo me daba cuenta de que si por donde nosotras estábamos ya llegaba a la pared del paseo, pronto iba a cubrir nuestras toallas.
He gritado durante media noche a mi hermana que teníamos que volver, y no me hacía caso, seguía andando sonriente, medio cubierta por el agua, sin volverse. Al final he conseguido arrastrarla hasta el paseo, y, corriendo delante de ella, la he llevado hasta las escaleras bajo las que estábamos colocadas. Ella seguía con la misma sonrisa inexpresiva sin hacer nada, y yo me he lanzado al agua a por los niños. Al fondo del todo, tumbado en la toalla, estaba en bebé envuelto en una tela blanquísima que me ha permitido verle. También sonreía. Con cuidado, lo he cogido y lo he ido sacando a la superficie. Luego he nadado hasta una puerta que había abajo, llevándolo rápido pero con cuidado. Me he metido por una puertucha de piedra, con escalones mohosos y pulidos por las olas. He subido hasta donde creía que no llegaría el mar, y he dejado al nene ahí. Seguía sonriendo y parecía que ha empezado a respirar, con lo que después de mirarle un momento, iba a volver a por Paloma, la niña. Pero en lo alto de la escalera se ha abierto una puerta, y ha salido una familia estrambótica con padres gordos como figuras de Botero, con pinta de oler mal y gritando (del estilo de aquellos de la Persicola, sí), y han mirado al niño como si se lo fueran a llevar.
Me he levantado, les he mirado con mi pinta más amenazadora -ya ves tú, empapada como estaba lo que iba a imponer- y les he dicho que como lo tocaran se atuvieran a las consecuencias. Me he dado la vuelta, y me he lanzado al agua de nuevo. Como estaba limpísima, al fondo se veía a mi sobrina con las manitas cruzadas, quieta y tumbada bajo el agua también. Mientras buceaba he mirado hacia arriba y ahí seguía mi hermana, sonriendo como una boba, asomada a la barandilla.
He cogido a mi sobrina y la he sacado a los escalones también. Cómo no, sonreía, pero la he agitado y se ha puesto a vomitar agua.
Y me he despertado.
jueves, agosto 10, 2006
miércoles, agosto 09, 2006
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